Con la candidata Jeannette Jara perdiendo terreno en las encuestas, el presidente Boric opta por un perfil bajo, enfocando su energía en "gobernar". Su aparente indiferencia expone las profundas fracturas de su coalición en el tramo final del mandato.
La reciente declaración del presidente Gabriel Boric, en la que asegura que su meta es "gobernar bien hasta el último minuto", resuena como un eco vacío en su debilitada coalición. La desconexión del mandatario con la realidad electoral es patente, especialmente al observar el descenso de dos puntos porcentuales que sufrió la candidata Jeannette Jara en la última semana, según la encuesta de Cadem. Este desplome en las preferencias, que la deja con un 27% de apoyo, ocurre sin que el presidente parezca inmutarse, generando un clima de desamparo en las filas oficialistas.
La pasividad del presidente Boric ante la caída de su candidata no es un acto inocente. En el mundo político, su falta de intervención se interpreta como una señal de que el futuro de su coalición no es su principal prioridad. Mientras el oficialismo lucha por mantenerse a flote, el presidente parece haberse resignado a los resultados, enfocándose en un discurso de gobernabilidad que no logra tapar las profundas grietas internas. La ciudadanía, que ya no confía en su gestión, observa con desdén cómo el propio líder de la coalición abandona a sus candidatos a su suerte, confirmando la percepción de un proyecto político que se desmorona.