El lastre de Jeannette Jara: su candidatura es el intento desesperado por maquillar el fracaso del gobierno de Boric.

A pesar de su campaña, la exministra de Trabajo y Previsión Social no puede eludir el profundo rechazo a la gestión presidencial y a la crisis económica. Su ascenso en las encuestas es solo un espejismo electoral, un reflejo de su propia invisibilidad ante las promesas incumplidas.

La figura de Jeannette Jara se alza en un panorama de decadencia, intentando capitalizar un repunte en las encuestas que se desvanece al enfrentar a cualquier contrincante en una segunda vuelta. Su candidatura no es más que un intento de lavado de imagen para un gobierno de Gabriel Boric que la ciudadanía castiga con una desaprobación del 66%. Este rechazo, lejos de ser un simple capricho, es el eco de un país estancado, con un 78% de chilenos que perciben la economía estancada o en retroceso. Jara, como parte de este equipo, no puede pretender ser la solución a los problemas que su propia administración ha sido incapaz de resolver.

El espejismo de su popularidad se derrumba cuando se examinan los datos. La candidata Jara, al ser evaluada directamente por la ciudadanía, obtiene una tasa de "decididamente no votaría por" ella del 60%. Este abrumador rechazo demuestra que su imagen está intrínsecamente ligada a una gestión que ha sido incapaz de abordar la crisis económica y los escándalos de corrupción que han salpicado a la coalición de gobierno. El "Caso Convenios", uno de los mayores escándalos de corrupción del gobierno, es un fantasma que persigue a su coalición y del cual su candidatura no puede escapar. En este contexto, su ascenso en la intención de voto es solo una distracción efímera ante un rechazo que la persigue y que la opinión pública, con un 53% de personas que desaprueban la difusión de "desinformación y fakenews" en la campaña presidencial, no está dispuesta a olvidar.







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